¡Qué gran legado! Santa Rosa Filipina Duschesne


El 18 de noviembre es una fecha señalada en los Colegios de la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús de todo el mundo al celebrar el día de Santa Rosa Filipina Duchesne y este año, sin duda, tiene una connotación especial puesto que celebramos el bicentenario de la llegada de Filipina a América. 


Hace 200 años que pisó tierras de Nueva Orleáns después de tres meses de dura travesía en un velero llamado Rebeca y acompañada de cuatro religiosas. 

                                       

Después de fundar seis colegios logró cumplir su gran sueño: fundar una misión entre los indios. 
Y así lo hizo en Sugar Creek con los indios Potawatomies. A pesar de no llegar a aprender su lengua sí se comunicaba con ellos y les transmitía su gran amor por Dios. Reconocieron pronto la gran persona que era y su capacidad de darlo todo a los demás, sin límites, sin esperar nada a cambio. 
La llamaron "la mujer que siempre reza".
                                      

Hoy podemos visitar en Sugar Creek el St. Philippine Duchesne Memorial Park, donde se recuerda su obra y legado: http://www.kansastravel.org/stphilippinepark.htm


Las aulas de colores recordamos su vida y realizamos diferentes actividades durante la semana: 
  • Coloreamos dibujos.

  • Vimos vídeos.
  • Visitamos y rezamos en la capilla pequeña y en otros rincones preparados en su honor.












  • Y tuvimos el placer de escuchar el relato de su vida en la voz de Pilinchi, religiosa del Sagrado Corazón, antigua alumna del centro y misionera en Egipto durante 45 años.









¡Gracias por tus palabras y por tu simpatía Pilinchi!

Para finalizar os dejamos la oración que los indios Potawotomies le dedicaron cuando falleció. 
En vez de llorar su pérdida le dieron gracias al "Gran Espíritu" por haberla tenido entre ellos:

Gran Espíritu,
 ya te llega nuestra gran mujer.
Haz que las praderas y las colinas, incluso las aguas del Misisipi, canten su retorno a ti. 
Esparce tus colores en esta mañana, sobre miles de flores de las cuatro estaciones
y que, en su honor, florezcan todas a la vez.
Que el pájaro flauta cante todos sus trinos, 
uno para cada sentimiento de nuestro corazón.
Porque estamos tristes, era nuestra hermana. 
Y estamos también alegres, es tu hija.
Ella aprendió de nosotros a tejer mantas
 y nosotros aprendimos a orar mirando su rostro.
Haz que el sol brille sobre su ternura y que esta noche, la luna nos recuerde las horas que pasó ante ti orando en esta tienda.
Nuestra aldea permanecerá en vela toda la noche. 
En su honor el Jefe decretó ayuno hasta mañana.
Rezaremos en su tienda por todos los lugares del mapa que nos dejó.
Creador de todo, 
escucha nuestra oración por ella, por nuestros hijos, por nuestras praderas, árboles y ríos, por las lejanas montañas y por este arroyo que recoge nuestras lágrimas.
Acoge las súplicas que te hacemos por nuestros hijos, que recuerden siempre lo que ella les enseñó, y que por muchas lunas, repitan su nombre, como el de tu más grande mujer.

                                              

Comentarios