¡Qué bien lo han hecho!

Recordamos en la despedida del curso aquel septiembre: lista interminable de normas, pasillos con flechas señalando direcciones y sentidos, grupos burbuja, gel hidroalcohólico, nueve puertas de entrada,  spray desinfectante de superficies, papel... Ochocientos pares de ojos expectantes ante un nuevo y extraño curso.

Pasaban los días, las filas, las distancias de seguridad, sin compartir, sin rozarse... los delfines vinieron a alegrarnos el corazón y los profes daban calor con sus palabras y alentaban a los alumnos ¡vamos, entre todos podemos hacerlo bien! y juntábamos los codos. 

De vez en cuando, las noticias nos mantenían alerta.

Veinte minutos. ¡Abrimos! Uno, dos, tres, cuatro, cinco minutos. Por favor ¡cierra!

Camisetas interiores, polares, bufandas, alguna mantita... 

Veinte minutos. ¡Abrimos! Uno, dos, tres, cuatro, cinco minutos. Por favor ¡cierra!

Junio, verano, Placeres, el mar como un plato. 

Una ventana abierta, la brisa del mar nos acaricia, huele a mar, el sol calienta la superficie impoluta de la mesa después de nueve meses de desinfectante diario. 

Los alumnos se han ido con nuestro aplauso y admiración. ¡Qué bien lo han hecho! Algunos no volverán en septiembre, seguirán otros caminos; a ellos les deseamos que la vida les sonría, estarán siempre en nuestro corazón. A los que vuelvan, un nuevo curso les aguarda. 

Ahora toca descansar.

¡Cuidaros mucho!



¡Hasta siempre Diego!




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